La ilustre casa de Ramires

Qué gran placer produce empezar un libro por casualidad y acabar descubriendo una pequeña joya de un gran autor.

Es un placer que sobre todo los bibliófilos y amantes de la literatura hemos experimentado alguna vez en nuestras vidas y he de confesar, que esto es lo que me ha ocurrido a mi con este libro del gigante de las letras portuguesas, José Maria Eça de Queirós, un libro del que me llamó la atención su título, aunque no su sinopsis y que empecé a leer sin pretensiones, para acabar enganchado, deleitándome con la historia y la prosa del autor.


La ilustre casa de Ramires (1900) quizá no sea la obra más conocida de Eça de Queirós, esta distinción se la llevan títulos como Los Maia, El crimen del padre Amaro El primo Basilio y sin poder compararla con estas, puesto que no las he leído, sí me atrevería a decir que es una obra madura, interesante y muy entretenida.

Es una novela que se encuadra dentro del realismo decimonónico y que nos cuenta la vida de Gonçalo Mendes Ramires, un decadente aristócrata rural, perteneciente a una de las casas más ilustres de Portugal y de sus intentos por escribir una novela sobre su familia.

Parece un argumento sencillo, incluso aburrido, pero una vez que nos sumergimos en la historia, vemos que hay mucho más, nos encontramos ante un personaje muy bien definido, lleno de contradicciones, puesto que es a la vez cobarde, vago y mentiroso, pero también bondadoso y decidido, un tipo culto y refinado con aspiraciones políticas, sobre todo para recuperar un poco el lustre para su apellido, ya que sus últimos antepasados lo han ido manchando y empobreciendo progresivamente, además gravitando a su alrededor encontramos toda una pléyade de personajes variopintos y curiosos, que hacen la historia más interesante y divertida si cabe. 


Como dije al principio, el protagonista tiene dos ambiciones, la primera es escribir una novela histórica titulada A torre de don Ramires, basada en las gestas de sus ilustres antepasados, entre todos ellos elige a Tructesindo, un señor feudal duro e implacable, del que decide contar un pasaje de su vida, esta suerte de metarrelato se va escribiendo a medida que transcurre la historia de Gonçalo, a la vez que sirve como contrapunto de esta, es un relato plagado de gestas heroicas, violencia y nobleza, que contrasta mucho con la vida del protagonista que la está escribiendo y su bajeza moral en pos de alcanzar el otro fin que ambiciona, ganar unas elecciones y obtener así una plaza de diputado que le permita recuperar el prestigio para su apellido y sobre todo réditos económicos.

Así que a lo largo de la novela asistimos a la caída del protagonista hasta tocar fondo, una suerte de muerte y resurrección figuradas. Vemos poco a poco la transformación del protagonista de un estado de cobardía continua, falsedad y miedo irracional a convertirse poco a poco en un personaje íntegro y sobre todo a sacar lo mejor de sí mismo, puesto que estaba acostumbrado a verse a través de los ojos de otras personas y no de los suyos propios, teniendo un concepto erróneo de su propia personalidad. Es un poco lo que nos pasa a todos a veces ¿no?, pensamos en qué pensarán los otros de nosotros y cómo nos verán y esto es un handicap para crecer y reafirmar nuestra verdadera identidad.

Al final de todo, Gonçalo se da cuenta de que es mucho más querido y respetado de lo que pensaba entre sus conciudadanos y que quizá no hubiera necesitado caer tan bajo, ni venderse para conseguir lo que ambicionaba. Otro gran error en el que caemos a veces, ¿hasta dónde estamos dispuestos a llegar para conseguir lo que queremos? Gran lección.


La prosa de Eça de Queirós es maravillosa y elegante, lo que convierte la lectura en todo un deleite, puesto que la narración es dinámica y rápida. El interés por la lectura no decae en ningún momento, ya que la historia principal es bastante divertida y las andanzas de Tructesindo están llenas de acción y violencia.

Otra baza importante de la novela son los personajes secundarios, a cada cual más variopinto como dije anteriormente, entre los que destacan el juerguista Titó, el cantante de fados Videirinha, los criados Bento Rosa, Graça la hermana de Gonçalo y su inocente marido Barrolo y el antagonista André Cavaleiro, personaje por el que el protagonista sufre una profunda aversión, además muchos de ellos tienen su “doble” en el metarrelato histórico. Es admirable la capacidad del autor para dotar al entorno de personajes tan vivos y variados, todo un microcosmos rebosante de vida y muy realista.


También me gustaría destacar que en la novela hay un cierto deje de saudade, nostalgia de un Portugal que otrora fue un gran imperio, pero que en la época en la que fue escrita la novela estaba ya en pleno declive y era una mera comparsa en el tablero mundial, un poco lo que le pasó a España después del desastre del 98.

Portugal aún mantendría sus posesiones coloniales hasta 1975 cuando sus dos últimas provincias de ultramar, Angola y Mozambique se independizaron después de una cruenta guerra de varios años con la metrópoli. Y es precisamente a África donde va el protagonista de la novela, pero no voy a desvelar más detalles, eso es algo que tendrá que descubrir el lector que se anime a pasar unas horas de diversión con esta interesante historia.


Investigando para esta reseña me he topado con otro dato interesante, la torre a la que se hace alusión en la novela, no es una creación del autor, sino que existe en la realidad, es la Torre de Lagariça y se encuentra en el norte de Portugal, más concretamente en la población de São Cipriano de Resende, en el distrito de Viseu.

Después de ver unas fotos del lugar, parece ser un sitio que destila cierta atmósfera romántica y medieval, uno de esos sitios que tanto me gustan y que quien sabe, igual merece una visita en mi próximo vagabundeo por tierras lusas.