Sherlock Holmes – Estudio en escarlata

“En la madeja incolora de la vida encontramos la hebra escarlata del asesinato, y nuestro deber consiste en desenredarla, separarla de las restantes y sacar a la luz hasta el menor de sus detalles”.

Sherlock Holmes es sin duda, uno de los personajes mas fascinantes de la literatura. Creado por el escocés Arthur Conan Doyle a finales del siglo XIX, se convirtió rápidamente en un éxito en su Gran Bretaña natal y con el paso del tiempo en un icono universal.
Con su excéntrica personalidad, sus métodos deductivos, sus extensos conocimientos y su frialdad a la hora de resolver los casos, Holmes se convirtió en el azote del crimen en la era victoriana, acompañado siempre de su inseparable amigo y cronista, el Doctor John Watson.

La novela

Estudio en Escarlata (A Study in Scarlet), publicada en 1887 en la revista Beeton’s Christmas Annual, es la primera aventura del famoso detective consultor. Consta de dos partes: en la primera, Watson que es el narrador, nos cuenta como llegó a Londres después de ser herido en la guerra de Afganistán, como conoció a Holmes y como ambos se vieron envueltos en la resolución de un asesinato bastante inverosímil, que se va complicando a medida que transcurre la narración por la pistas falsas que van encontrando.
La segunda parte añade un poco más de confusión a la historia, puesto que sin previo aviso cambiamos las oscuras calles de Londres por el desolado desierto de Utah en los Estados Unidos. Aunque lentamente todo va cobrando sentido y nos damos cuenta de que es un flashback que explica parte de la historia. Al final de todo esto, Holmes resuelve el caso y da la explicación a sus desconcertados compañeros.
No he querido profundizar mucho en el argumento para no estropear la experiencia lectora a los que se acerquen por primera vez a esta obra.

Estudio en Escarlata es una novela corta llena de suspense, que se lee de un tirón, comparada con el resto de historias de Sherlock Holmes es quizá una de las más flojas, pero he querido reseñarla por su valor histórico y porque es la primera de una gran serie de aventuras que me fascinan desde la primera vez que las leí. 
La copia que tengo es una preciosa edición conmemorativa por el 125 aniversario de la primera publicación de la novela, que cuenta con la portada e ilustraciones originales de D.H. Friston, junto con los anuncios comerciales que aparecían en la revista donde se publicó la historia, además cuenta con una soberbia traducción a cargo de Esther Tusquets.

Icono universal

Poco podía imaginar en 1887 Conan Doyle, médico de profesión además de escritor, que este personaje se convertiría en su pasaporte a la eternidad literaria. Sherlock Holmes ha trascendido de tal manera, que hoy en día, hay gente que piensa que fue una persona real y el 221B de Baker Street donde se ubicaba su ficticia residencia, se ha convertido desde hace varios años en lugar de peregrinaje para los fans del detective, puesto que allí se encuentra su museo. Es, como dije más arriba, todo un icono universal, creado en una época particularmente fecunda, que nos legó otras creaciones literarias de culto como Drácula, Frankenstein o el Dr. Jekyll y Mr. Hyde. 

Aunque la creación del género policiaco es atribuida a Edgar Allan Poe en sus cuentos protagonizados por el detective Auguste Dupin y que autores como Charles Warren Adams (El Misterio de Notting Hill), Émile Gaboriau (El Caso Lerouge) o Wilkie Collins (La Piedra Lunar) ya habían incursionado en el género, no fue hasta la aparición de Sherlock Holmes cuando se disparó la moda de las novelas de misterio y policíacas, un género redefinido a lo largo del tiempo, que en la actualidad sigue gozando de muy buena fama y ventas.

En definitiva, una novela ideal para pasar el rato y sumergirse en el universo “Holmesiano“, lleno de misterios, aventuras y sobre todo, muy buenas historias.

“No hay satisfacción en la venganza a menos que el culpable encuentre el modo de saber quien es la mano que lo fulmina”.