La muerte viaja a caballo – Un cuento de Ednodio Quintero

Ednodio Quintero es uno de esos escritores “secretos” que poca gente conoce fuera de su país natal. Uno de esos que se mantienen trabajando y creando incansablemente en la periferia de los focos mediáticos, lejos de cualquier influencia mainstream, pero que rezuma calidad e inventiva por cada poro de su obra. Novelista, ensayista, traductor, fotógrafo, profesor y japonólogo. El trujillano es un maestro del cuento, donde mezcla la realidad con lo onírico y lo fantástico. Y lo hace de una manera magistral, ya que en algunas de sus narraciones, la realidad se distorsiona de tal manera, que no podemos estar seguros de si es una incursión de lo extraño, un estado alterado de conciencia o un desdoblamiento de la personalidad. Sus personajes parecen vivir esas situaciones extrañas con naturalidad, como aceptando que eso puede suceder realmente, lo que lo hace aún más inquietante, puesto que a veces la realidad parece imaginada y a veces lo imaginado parece ser la realidad. Es difícil saber dónde esta la linea que las separa. Muchas de sus ficciones se enmarcan en su tierra natal, concretamente en la región de Los Andes venezolanos. Lugares que proyectan toda la fuerza telúrica de la naturaleza virgen y la dureza de los habitantes de esas zonas rurales. La prosa de Quintero es sublime y muy fluida, lo que convierte su lectura en todo un deleite. Da gusto leer a un autor que escribe tan bien, que domina tanto el lenguaje y sobre todo, que tenga una imaginación tan salvaje y un estilo tan propio, como el que tiene este venezolano. Creedme, está a la altura de autores mucho más famosos y consagrados, vale la pena acercarse a sus obras.

Se me ha ocurrido, que siendo hoy el Día del Libro, qué mejor que celebrarlo dándolo a conocer. Reconozco que yo lo he descubierto hace poco, gracias a una recopilación de la siempre interesante editorial Atalanta, titulada: Cuentos Salvajes. Uno de los primeros relatos de este volumen (que contiene toda su narrativa breve), es el que os presento hoy: La muerte viaja a caballo. Un cuento breve y genial, del que no voy a comentar nada para no estropearos la lectura. Solo diré que a veces se puede decir mucho con muy pocas palabras, cosa difícil de hacer en una lengua como la española que se presta tanto a la divagación, debido a la riqueza de su vocabulario y a que los hispanohablantes necesitamos usar muchas palabras para expresar ideas, cosa que no ocurre en otros idiomas.

Espero que lo disfrutéis y feliz Día del Libro.

“Death on a Pale Horse” (1908) de Albert Pinkham Ryder, Cleveland Museum of Art.

La muerte viaja a caballo

Al atardecer, sentado en la silla de cuero de becerro, el abuelo creyó ver una extraña figura, oscura, frágil y alada volando en dirección al sol. Aquel presagio le hizo recordar su propia muerte. Se levantó con calma y entró a la sala. Y con un gesto firme, en el que se adivinaba, sin embargo, cierta resignación, descolgó la escopeta.

A horcajadas en un caballo negro, por el estrecho camino paralelo al río, avanzaba la muerte en un frenético y casi ciego galopar. El abuelo, desde su mirador, reconoció la silueta del enemigo. Se atrincheró detrás de la ventana, aprontó el arma y clavó la mirada en el corazón de piedra del verdugo. Bestia y jinete cruzaron la línea imaginaria del patio. Y el abuelo, que había aguardado desde siempre ese momento, disparó. El caballo se paró en seco, y el jinete, con el pecho agujereado, abrió los brazos, se dobló sobre sí mismo y cayó a tierra mordiendo el polvo acumulado en los ladrillos.

La detonación interrumpió nuestras tareas cotidianas, resonó en el viento cubriendo de zozobra nuestros corazones. Salimos al patio y, como si hubiéramos establecido un acuerdo previo, en semicírculo­ rodeamos al caído. Mi tío se desprendió del grupo, se despojó del sombrero, e inclinado sobre el cuerpo aún caliente de aquel desconocido, lo volteó de cara al cielo. Entonces vimos, alumbrado por los reflejos ceniza del atardecer, el rostro sereno y sin vida del abuelo.

– Ednodio Quintero.
La muerte viaja a caballo” (1974).