Las muertes concéntricas

Hacía mucho tiempo que quería releer a Jack London, pero tenía miedo de que al volver a encontrarme con sus novelas y relatos, mis recuerdos de adolescencia se cubrieran con el velo de la decepción o la indiferencia, recuerdos llenos de aventuras y diversión recorriendo en trineo los páramos helados de Alaska o a bordo de un barco surcando los mares del sur.

Es lo que nos suele pasar ¿verdad?, cuando revisamos las obras que leímos de jóvenes y nos hicieron vibrar, algunas no pasan el test del tiempo, envejecen muy mal, otras veces somos nosotros los que hemos envejecido y nos decepcionan, puesto que ya no somos la misma persona que leyó aquel libro, la vida y las experiencias nos han hecho cambiar en cuanto a gustos y percepciones y lo que antes nos emocionaba o asustaba, ahora nos puede parecer inocuo e irrelevante.

Pero he de decir que he disfrutado mucho leyendo esta pequeña antología de La Biblioteca de Babel de la editorial Siruela, he recordado otros tiempos acompañando a los personajes en situaciones límite, luchando contra los elementos de una naturaleza implacable, me he sentido otra vez como aquel niño que quería recorrer el mundo viviendo aventuras y la verdad es que me ha hecho muy feliz saber que ese niño aún sigue en mi interior, con sus capacidades de asombro y disfrute intactas.

Jack London, todo un trotamundos.

Uno de los rasgos más interesantes de las obras de Jack London, es el realismo que imprime a sus narraciones y esto lo hace con conocimiento de causa, puesto que su corta vida fue intensa y llena de aventuras y peligros, además de escritor, fue vagabundo, marinero, cazador de focas en Siberia, guardacostas en California, buscador de oro en Klondike, empresario y corresponsal de guerra en México y Japón.

Sus relatos están plagados de personajes que viven vidas al límite en la naturaleza virgen, una naturaleza que no hace distinciones ni concesiones y que trata a todos los seres vivos con la misma letal indiferencia y dureza.

También fue uno de los primeros escritores que alcanzaron fama mundial en vida y amasó una considerable fortuna con obras como Colmillo Blanco, El lobo de mar, La llamada de lo salvaje, Martin Eden o El vagabundo de las estrellas.

A la altura de los mejores cuentistas.

Las muertes concéntricas reúne cinco relatos, a cada cual más interesante, además de un prólogo a cargo de Jorge Luis Borges, en el que nos presenta una breve reseña de la vida del autor con la maestría que le caracteriza.

Los relatos son de temática variada pero todos tienen en común personajes luchando por sus vidas frente a la adversidad que les rodea y engulle.

El estilo de London está lleno de fuerza y sus descripciones crean imágenes muy poderosas que perduran en la mente del lector haciendo que la lectura se convierta en un auténtico deleite.

Son narraciones crudas, realistas y violentas como la vida salvaje donde se desarrollan, aunque no exentas de sensibilidad. 

Cuando examinamos su narrativa breve podemos llegar a la conclusión de que estamos ante un gran escritor, a la altura de otros maestros del cuento como Cortázar, Borges, Chéjov o Maupassant y podemos entender el hecho de que fuera el escritor más famoso de su tiempo y uno de los más leídos aún hoy en día en todo el mundo.

 

Los Relatos.

La antología se abre con La casa de Mapuhi (The House of Mapuhi) 1909, que nos narra la llegada de un devastador tifón a las costas de una isla del Pacífico y los estragos que causa entre sus habitantes, que pese a todo persisten en sobrevivir, entre éstos se encuentran el comerciante Raoul y Mapuhi que es el poseedor de una valiosa perla que desea canjear por una casa nueva en otra isla. Las imágenes creadas por  Jack London de la furia del tifón son impactantes.

La ley de la vida (The Law of Life) 1901, ha sido el relato que más me ha sobrecogido y el que más me ha hecho reflexionar, narra las últimas horas de vida de Koskoosh, un anciano jefe indio que, demasiado débil para seguir a su tribu, es abandonado en la nieve para morir junto a una fogata y unas pocas ramas para alimentarla como es costumbre entre los suyos. Koskoosh escucha como todos le abandonan y en la helada soledad empieza a rememorar momentos de su vida mientras gradualmente acepta su destino como algo natural e inevitable. El final es ciertamente estremecedor.

Cara Perdida (Lost Face) 1902, nos cuenta la historia de Subiénkov, un aventurero polaco capturado por unos nativos americanos en el Yukón, un tipo duro que mientras observa maniatado como torturan brutalmente a su compañero de fechorías, intenta librarse a cualquier precio. Al igual que en el relato anterior, el final es tremendo.

Las muertes concéntricas (The Minions of Midas) 1901, es un relato de suspense en el que una misteriosa sociedad secreta llamada “Los sicarios de Midas“, le exige a un empresario millonario que abone una cantidad desorbitada de dinero a cambio de no asesinar a varias personas, un relato cargado de intriga in crescendo y crítica social.

El último relato de la antología me ha parecido el más flojo de los cinco pero no por ello falto de calidad. La sombra y el relámpago (The Shadow and the Flash) 1903, es un relato de ciencia ficción en el que se nos narra la historia de la encarnizada rivalidad entre dos químicos y su búsqueda de la invisibilidad total.

Lecturas para reflexionar.

En resumen, una colección de relatos fascinantes, cargados de acción, suspense y melancolía, que nos hacen reflexionar sobre la vida, la condición humana y nuestra relación con la naturaleza, escritos por un hombre que vivió una vida breve pero muy intensa y que como señalaba Borges en el prólogo: “Murió a los cuarenta años y agotó hasta las heces la vida del cuerpo y del espíritu. Ninguna lo satisfizo del todo y buscó en la muerte el tétrico esplendor de la nada”.