La guerra de los mundos

«Atravesando el abismo del espacio […] intelectos vastos, fríos e implacables, contemplaban este planeta con ojos envidiosos y tramaban lenta y decididamente sus planes de conquista.»

Desde el final de la II Guerra Mundial, la humanidad se ha embarcado en una empresa titánica, para la que no ha escatimado recursos ni ha dudado en emplear a las mentes mas brillantes, me refiero a la conquista del espacio exterior, la última frontera.
De momento, a parte de pisar (o no) la Luna, el hombre no ha puesto el pie en ningún otro planeta o cuerpo celeste y hasta que esto se haga realidad, seguirá soñando con colonizar nuevos mundos y conocer otras civilizaciones. 

El próximo objetivo parece ser Marte, después de varias misiones no tripuladas de sondas y robots, parece que se ha instaurado una carrera por llevar los primeros humanos al planeta rojo, con intenciones de colonizarlo en un futuro no muy lejano. Organismos públicos como la NASA, Roscosmos o la Agencia Espacial Europea compiten contra empresas privadas millonarias como SpaceX, Lockheed Martin o Boeing en esta nueva carrera, de momento todo son incógnitas. 

Pero… ¿Qué pasaría si al llegar al planeta rojo descubrieran que no es el páramo desolado que intuyen, sino que está lleno de vida inteligente? ¿Cómo les sentaría a los marcianos esa visita inesperada? ¿Y si fuera a la inversa?. Si decidieran ellos venir aquí, ¿Les recibiríamos con los brazos abiertos?. Y en el caso de ser hostiles, ¿Resistiríamos una invasión?. Esto último se preguntó el británico Herbert George Wells hace ya la friolera de 123 años, cuando comenzó a escribir La Guerra de los Mundos (The War of the Worlds) en 1895. 

 

Socialista visionario.


H.G.Wells
fue un auténtico visionario, considerado uno de los padres de la ciencia ficción, su imaginación no conocía limites, y es curioso observar como casaban estas ideas revolucionarias suyas en la encorsetada sociedad victoriana a la que pertenecía, una época en la que Gran Bretaña se convirtió en el imperio mas poderoso del planeta y los adelantos tecnológicos, consecuencia de las revoluciones industriales estaban en pleno desarrollo. Gracias a ello pensadores y visionarios como Wells comenzaron a imaginar situaciones y futuros para la humanidad, situaciones que parecían inverosímiles en la época, pero que un siglo después, algunas de ellas, se han hecho realidad. 


El autor, nacido en Bromley en 1866, en el seno de una empobrecida familia de clase media, se aficionó a la lectura a los 8 años, cuando sufrió un accidente que le dejó postrado en cama durante una temporada, para matar el tiempo empezó a devorar los libros que su padre le traía de la biblioteca, poco a poco esa afición derivaría en el deseo de escribir sus propias historias. Empezó a trabajar desde muy joven, compaginándolo con los estudios de biología y zoología, a la vez que empezó a interesarse seriamente por los problemas sociales de su época. Fue un socialista convencido que defendió los derechos de los marginados e intentó aportar ideas para la creación de una sociedad más justa; Por ello se unió a la Sociedad Fabiana, un movimiento cuyo objetivo era el de instaurar el socialismo de forma pacífica.

Wells tocó varios temas en sus obras; la ingeniería genética (La isla del Doctor Moreau), el viaje espacial (Los primeros hombres en la Luna) o los viajes en el tiempoAunque si leemos entre lineas nos daremos cuenta de que hay otra dimensión mas profunda y en ella el autor aborda temas como la lucha de clases (Kipps, La máquina del tiempo), los límites éticos de la ciencia (El hombre invisible, El alimento de los dioses), la lucha por la liberación de la mujer (Ana Verónica) o críticas al capitalismo (Tono Bungay), a las élites opresoras (Cuando despierte el durmiente) y a la sociedad victoriana y al sistema imperialista (La guerra de los mundos).


La novela.

 

«Y nosotros, los hombres que habitamos esta Tierra, debemos ser para ellos tan extraños y poco importantes como lo son los monos y los lémures para nosotros. El intelecto del hombre admite ya que la vida es una lucha incesante, y parece que esta también es la creencia que impera en Marte. Su mundo se halla en proceso de enfriamiento y el nuestro está todavía lleno de vida, pero de una vida que ellos consideran como perteneciente a animales inferiores. Así pues, su única esperanza de sobrevivir al destino fatal que les amenaza reside en llevar la guerra hacia su vecino mas próximo».

La guerra de los mundos nos cuenta la historia de la invasión del planeta Tierra por parte de alienígenas procedentes de Marte y el consiguiente pánico y caos que se desata en Gran Bretaña. La historia esta relatada en primera persona por un narrador anónimo que además de contarnos sus peripecias, completa la narración con rumores y noticias poco contrastadas que incrementan la sensación de desconcierto de manera muy efectiva.

Los marcianos aterrizan en las afueras de Londres, en Woking para ser mas exactos y pronto empiezan a construir sus vehículos para moverse por el suelo terrestre, una suerte de trípodes armados con los que van arrasando todo a su paso. Los humanos intentan defenderse enviando tropas para combatirlos pero ningún arma parece ser efectiva contra la superior tecnología de los marcianos, que contraatacan con su rayo calorífico y el humo negro, una especie de letal arma bacteriológica. Poco a poco se van acercando a Londres, donde se empiezan a suceder escenas de auténtico caos y pánico en la desesperada y masiva huida.

No quiero desvelar el argumento en su totalidad por si no habéis leído la novela, pero si que me gustaría reflejar las sensaciones que me han provocado las poderosas imágenes que el autor ha creado a lo largo de la historia, como por ejemplo la expectación, no carente de temor, ante la visita de seres de otro planeta, la terrorífica sensación al caer en la cuenta de que el cazador humano ha pasado a ser la presa, la mezcla entre fascinación e impotencia ante la superioridad de los marcianos y su tecnología, unos seres que han evolucionado hasta ser prácticamente solo cerebro, desprovistos de todo sentimiento o la imagen de soledad de un Londres desierto y cubierto de musgo rojo, que aún así no carece de matices poéticos; En definitiva, imágenes que evocan un caleidoscopio de sensaciones que van desde la fascinación al desasosiego de una manera muy efectiva.

Algunas reflexiones.


«No es una guerra, no lo ha sido nunca, del mismo modo que nunca hubo una guerra entre los humanos y las hormigas»

Wells no sólo creó una gran novela de ciencia ficción sino que también la utilizó como vehículo para plasmar sus preocupaciones y pensamientos. Las guerras de colonización, el imperialismo o la fragilidad de las sociedades son algunos de los temas que «disfraza» en la historia.

En el caso del imperialismo, podemos ver paralelismos entre el trato que se le da a los pueblos subyugados por parte de las potencias europeas y el trato que los marcianos dan a los británicos, el imperio más poderoso de la tierra en ese momento y que nada puede hacer ante la superioridad tecnológica y armamentística de los invasores, si ahondamos un poco más, podemos incluso observar una dimensión aun más profunda, en la que Wells nos quiere hacer ver, que para los marcianos no somos más importantes y peligrosos que lo que puede ser una gallina o un insecto para nosotros.

El ser humano se ha creído siempre el centro del universo y no quiere o no es capaz de pensar que puedan existir civilizaciones mucho más avanzadas a las que quizá no les importemos un bledo o que quizá un día decidan venir y hacernos desaparecer para siempre de la historia. La vida es efímera e irrelevante y a escala universal, lo es aún más.


Otro de los temas que toca es lo rápido que una sociedad civilizada puede descender al caos, al embrutecimiento e incluso llegar a la desaparición en una situación límite. Las personas se sienten desbordadas y es entonces cuando aflora lo peor de la condición humana, el pánico y la inseguridad derivan en violencia, indiferencia, destrucción y muerte. Sólo los mas fuertes e inteligentes sobreviven, los débiles se convierten en lastres desechables. La capacidad de observación y anticipación de Wells es magistral.
  
Wells era un autor para el que la ideas primaban sobre todo lo demás.
Es 
por eso que sus obras han calado tan bien en el imaginario colectivo, pero a la vez era una autor comprometido socialmente y con múltiples inquietudes que usaba la literatura como medio de expresión y transmisión de sus valores como dije anteriormente.

Creo que es interesante acercarse a sus obras y observarlas desde otra perspectiva que el simple hecho de ser sólo novelas y relatos de ciencia ficción, hay una dimensión más reflexiva y gratificante si sabemos leer entre lineas. La guerra de los mundos es un buen ejemplo y un gran inicio si aún no habéis leído nada del autor. Muy recomendado.

 

Alvim Corrêa, el ilustrador.


Como curiosidad y para terminar, me gustaría destacar que las magníficas ilustraciones en blanco y negro que aparecen en la reseña, pertenecen al dibujante brasileño
Henrique Alvim Corrêa, las realizó en 1906, para ilustrar una edición belga de la novela, fue quizá, uno de los que mejor supo plasmar las imágenes creadas por el Wells y al igual que él, también fue todo un visionario. 

“Las hormigas construyen sus ciudades, viven en ellas y tienen sus guerras y revoluciones, hasta que los hombres quieren quitarlas de en medio, y entonces desaparecen… Hormigas, eso es lo que somos. Sólo que… somos hormigas comestibles”.

 

 

 

“Ser gringo en México… ¡Eso sí que es eutanasia!“ – La desaparición de Ambrose Bierce

Adiós. Si oyes que me han colocado contra un muro mexicano y cosido a balazos, quiero que sepas que me parece una forma bastante buena de dejar esta vida. Es mucho mejor que la vejez, la enfermedad o caerse por las escaleras del sótano. Ser gringo en México… ¡Ah, eso sí que es eutanasia!”.

En este extracto perteneciente a una carta dirigida a su sobrina y fechada en octubre de 1913, ya daba cuenta de sus intenciones de cruzar la frontera para ir a México, inmerso en plena revolución, dando a entender claramente que no temía una muerte violenta. No deja de ser irónico que un escritor tan interesado en fenómenos extraños y desapariciones misteriosas como era Ambrose Bierce, acabara protagonizando una de ellas, pero la vida tiene estas inextricables ironías y al igual que en su relato La dificultad de cruzar un campo, Bierce, como por arte de magia, se desvaneció en la nada.

En 1913, Ambrose Bierce contaba 71 años, cansado de todo y todos y probablemente sumido en una profunda depresión, se dedicó a visitar en el transcurso de 3 semanas todos los campos de batalla de la Guerra de Secesión en los que luchó: Shiloh, Chickamauga, Chattanooga, Nashville…  empapándose de los recuerdos de dolor y muerte, y quizá con esta especie de catarsis oscura, pensó que ya no valía la pena seguir viviendo y siendo hombre acostumbrado a vivir a su antojo, quizá decidió que también podía escoger como morir.

 

Retrato de Bierce por J. Partington

Viaje suicida.

En aquellos años México era uno de los lugares más peligrosos del planeta, la revolución había estallado tres años antes, sumiendo al país en el caos y la violencia. Que Bierce decidiera ir allí solo se puede considerar como un viaje suicida, sabía que tarde o temprano acabaría con una bala en la cabeza.

A lo largo de aquel año había mostrado a sus familiares y amigos su interés por ir a México a presenciar de primera mano la revolución, mientras cruzaba el país a caballo hasta la costa del pacífico y después viajar a Sudamérica para recorrer los Andes y probablemente el resto del continente. Toda una empresa titánica para un hombre asmático de 71 años.

Su última comunicación conocida se remonta al 26 de diciembre de ese mismo año, la carta dirigida a una amiga y fechada en Chihuahua, acaba con una frase muy enigmática (aunque muy en su estilo): “En cuanto a mi, parto mañana para un destino desconocido”. Ese destino sigue siendo un enigma desde entonces.

Nace el misterio.

A partir de aquí todo son conjeturas, la historiografía oficial dice que Ambrose Bierce se unió a las tropas de Pancho Villa y murió en la batalla de Ojinaga, en enero de 1914. Lo cierto es que si atendemos a testimonios de la época, Bierce se las arregló para morir varias veces en varios lugares. Asesinado por bandidos, capturado y fusilado por las tropas federales, o que acabó enemistándose con Villa y éste lo mando ejecutar, que se aficionó al tequila y murió de una borrachera descomunal, o que murió en el asalto a un tren militar… incluso hay una tumba (vacía) con su nombre en Sierra Mojada en el estado de Coahuila donde se cuenta la historia de un gringo que fue fusilado por espía, mientras se reía de sus verdugos en el paredón.

También hay teorías más extravagantes como la de que fue un espía enviado por el gobierno americano para monitorizar las actividades de los alemanes y los japoneses en el canal de Panamá o la de que se unió al aventurero y espía Mitchell-Hedges y juntos encontraron la calavera de cristal que hizo famoso a este último, despues de ello, Bierce siguió rondando por Honduras hasta desparecer. Otros dicen que lo vieron en Francia en 1915 en plena guerra mundial, como asistente en el estado mayor de Lord Kitchener, otros que acabó sus días en un manicomio de Napa en California o que murió de viejo en New York. En un plano más literario, este misterio también inspiró al escritor mexicano Carlos Fuentes para escribir su novela “Gringo viejo”.

Una teoría mas plausible.

Lo cierto es que conociendo lo retorcido que podía llegar a ser Bierce, quizá todo esto solo fuera un montaje, las cartas a familiares y amigos comunicando su intención de viajar a México y después a Sudamérica, puede que solo fuera una cortina de humo para enmascarar su verdadero propósito, suicidarse. Puede que Bierce nunca llegara a cruzar la frontera, si no que se encaminara al Cañón del Colorado para acabar con su vida en soledad y en un lugar donde no pudieran encontrarlo nunca.

Bierce siempre se mostró partidario en vida del suicidio y parece razonable creer que pensó que era un buen fin para la suya. Lo cierto es que antes de iniciar su viaje por los campos de batalla hacia México, había arreglado todos sus papeles y cuestiones legales, incluso le había transferido un panteón en un cementerio a su hija, diciéndole que no se preocupara, porque él no tenía intención de acabar reposando allí.

Lo cierto es que fuera cual fuese su final, el de la desaparición se presta muy bien para convertirlo en leyenda y no parece nada descabellado, viniendo de un hombre que se pasó la vida imaginando historias misteriosas y fantásticas y ridiculizando a casi todo el mundo.

Bitter Bierce” se rió de todos por última vez,  orquestando una gran broma macabra y su carcajada aún resuena un siglo después.

Existen varias clases de muerte. En algunas el cuerpo perdura, en otras se desvanece por completo con el espíritu. Esto solo sucede, por lo general, en soledad, y, no habiendo visto nadie ese final, decimos que el hombre se ha perdido para siempre o que ha partido para un largo viaje, lo que es de hecho verdad”.

– Ambrose Bierce, Un habitante de Carcosa (1885).

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La tormenta de nieve

“Winter Troika” Nikolai Sverchkov (1888)

A derecha e izquierda todo es blancura, espejismos. En vano busca el ojo un objeto nuevo: no se ve nada, ni un poste, ni un almiar, ni una valla. Todo es blanco alrededor, blanco y movedizo: a veces el horizonte parece hallarse inconmensurablemente lejos; pero otras, da la impresión de haberse comprimido y estar ciñéndonos a dos pasos de distancia […] Si miras hacia arriba, la primera impresión es de claridad, te parece que a través de la niebla puedes ver las estrellas; pero las estrellas escapan a tu vista y se elevan cada vez más y más, y sólo ves la nieve que se derrama sobre tu rostro; el cielo es en todos lados igualmente claro, igualmente blanco, incoloro, uniforme; en perpetuo movimiento”.


En enero de 1854 Lev Tolstói estuvo perdido toda una noche en una tormenta de nieve a 100 km de Cherkassk, en el territorio de los Cosacos del Don, la experiencia debió de impresionarle tanto, que dos años después decidió escribir este relato contando lo acontecido en aquella aciaga noche.

La tormenta de nieve, es una de la primeras obras de este autor ruso, apareció publicada en el magazine Sovremennik en 1856 y aunque aún no es el Tolstói que escribiría obras maestras como Guerra y paz, Anna Karenina o La muerte de Ivan Ilich, en este relato ya se empiezan a vislumbrar un poco sus inquietudes existenciales y la calidad literaria que le afianzaría poco tiempo después en el Olimpo de los grandes escritores

El argumento del relato es bastante simple: El narrador de la historia, decide emprender un viaje nocturno desde la aldea en la que se encuentra a pesar del mal tiempo, viajará en una troika o trineo tirado por caballos junto con su criado y el cochero, poco tiempo después estallará la tormenta, cuya intensidad acabará por borrar totalmente el camino, haciendo que se pierdan en la inmensidad de la estepa nevada, durante su vagar nocturno, se encontrarán con otras troikas y convoyes a los que seguirán en un intento de encontrar el camino y llegar a la siguiente stanitsa, pero no será fácil. El narrador debido al cansancio, al frío y a la monotonía del paisaje, se sumerge en un estado de somnolencia en el que tiene sueños bastante extraños y simbólicos. 


Tuve que leer dos veces el relato para darme cuenta de que el principal protagonista de esta historia es la tormenta, lo impregna absolutamente todo y las descripciones de Tolstói, siempre certeras e incluso me atrevería a decir que sinestésicas, hacen que te introduzcas totalmente en esa ventisca, sintiendo el frío, el viento, los escalofríos, la cegadora nieve golpeando el rostro, los síntomas de congelación y sobre todo el desconcierto de no saber si al final, uno podrá encontrar el camino en un paisaje tan monótono como inmenso. 

La tormenta es protagonista del relato hasta tal punto que se podría decir que realmente no hay argumento, sólo una oda al poderío de la naturaleza, tanto es así, que todos los personajes en este relato son irrelevantes, narrador incluido, pues sólo son el medio para poder expresar la magnificencia y la brutalidad de una naturaleza desbocada, para la que los humanos somos totalmente insignificantes.

Hay un punto de contraste en la historia, cuando el narrador tiene esos extraños sueños, en los que se pasea por los campos de su hacienda en un soleado y caluroso día de verano, toda una antítesis con la situación que está viviendo en la realidad a punto de congelarse, creo que esto puede desconcertar a algunos lectores, pero lo cierto es que la simbología del sueño junto con el contrapunto que crea es muy interesante.


Tal y como dije al principio, este no es el Tolstoi de Guerra y Paz o Anna Karenina, todavía no es dueño de todos su recursos, es un relato primerizo pero de gran calidad, que os animo a leer, aunque sólo sea por pasar un poco de frío vagando por una estepa infinita y helada.

 

Las muertes concéntricas

Hacía mucho tiempo que quería releer a Jack London, pero tenía miedo de que al volver a encontrarme con sus novelas y relatos, mis recuerdos de adolescencia se cubrieran con el velo de la decepción o la indiferencia, recuerdos llenos de aventuras y diversión recorriendo en trineo los páramos helados de Alaska o a bordo de un barco surcando los mares del sur.

Es lo que nos suele pasar ¿verdad?, cuando revisamos las obras que leímos de jóvenes y nos hicieron vibrar, algunas no pasan el test del tiempo, envejecen muy mal, otras veces somos nosotros los que hemos envejecido y nos decepcionan, puesto que ya no somos la misma persona que leyó aquel libro, la vida y las experiencias nos han hecho cambiar en cuanto a gustos y percepciones y lo que antes nos emocionaba o asustaba, ahora nos puede parecer inocuo e irrelevante.

Pero he de decir que he disfrutado mucho leyendo esta pequeña antología de La Biblioteca de Babel de la editorial Siruela, he recordado otros tiempos acompañando a los personajes en situaciones límite, luchando contra los elementos de una naturaleza implacable, me he sentido otra vez como aquel niño que quería recorrer el mundo viviendo aventuras y la verdad es que me ha hecho muy feliz saber que ese niño aún sigue en mi interior, con sus capacidades de asombro y disfrute intactas.

Jack London, todo un trotamundos.

Uno de los rasgos más interesantes de las obras de Jack London, es el realismo que imprime a sus narraciones y esto lo hace con conocimiento de causa, puesto que su corta vida fue intensa y llena de aventuras y peligros, además de escritor, fue vagabundo, marinero, cazador de focas en Siberia, guardacostas en California, buscador de oro en Klondike, empresario y corresponsal de guerra en México y Japón.

Sus relatos están plagados de personajes que viven vidas al límite en la naturaleza virgen, una naturaleza que no hace distinciones ni concesiones y que trata a todos los seres vivos con la misma letal indiferencia y dureza.

También fue uno de los primeros escritores que alcanzaron fama mundial en vida y amasó una considerable fortuna con obras como Colmillo Blanco, El lobo de mar, La llamada de lo salvaje, Martin Eden o El vagabundo de las estrellas.

A la altura de los mejores cuentistas.

Las muertes concéntricas reúne cinco relatos, a cada cual más interesante, además de un prólogo a cargo de Jorge Luis Borges, en el que nos presenta una breve reseña de la vida del autor con la maestría que le caracteriza.

Los relatos son de temática variada pero todos tienen en común personajes luchando por sus vidas frente a la adversidad que les rodea y engulle.

El estilo de London está lleno de fuerza y sus descripciones crean imágenes muy poderosas que perduran en la mente del lector haciendo que la lectura se convierta en un auténtico deleite.

Son narraciones crudas, realistas y violentas como la vida salvaje donde se desarrollan, aunque no exentas de sensibilidad. 

Cuando examinamos su narrativa breve podemos llegar a la conclusión de que estamos ante un gran escritor, a la altura de otros maestros del cuento como Cortázar, Borges, Chéjov o Maupassant y podemos entender el hecho de que fuera el escritor más famoso de su tiempo y uno de los más leídos aún hoy en día en todo el mundo.

 

Los Relatos.

La antología se abre con La casa de Mapuhi (The House of Mapuhi) 1909, que nos narra la llegada de un devastador tifón a las costas de una isla del Pacífico y los estragos que causa entre sus habitantes, que pese a todo persisten en sobrevivir, entre éstos se encuentran el comerciante Raoul y Mapuhi que es el poseedor de una valiosa perla que desea canjear por una casa nueva en otra isla. Las imágenes creadas por  Jack London de la furia del tifón son impactantes.

La ley de la vida (The Law of Life) 1901, ha sido el relato que más me ha sobrecogido y el que más me ha hecho reflexionar, narra las últimas horas de vida de Koskoosh, un anciano jefe indio que, demasiado débil para seguir a su tribu, es abandonado en la nieve para morir junto a una fogata y unas pocas ramas para alimentarla como es costumbre entre los suyos. Koskoosh escucha como todos le abandonan y en la helada soledad empieza a rememorar momentos de su vida mientras gradualmente acepta su destino como algo natural e inevitable. El final es ciertamente estremecedor.

Cara Perdida (Lost Face) 1902, nos cuenta la historia de Subiénkov, un aventurero polaco capturado por unos nativos americanos en el Yukón, un tipo duro que mientras observa maniatado como torturan brutalmente a su compañero de fechorías, intenta librarse a cualquier precio. Al igual que en el relato anterior, el final es tremendo.

Las muertes concéntricas (The Minions of Midas) 1901, es un relato de suspense en el que una misteriosa sociedad secreta llamada «Los sicarios de Midas«, le exige a un empresario millonario que abone una cantidad desorbitada de dinero a cambio de no asesinar a varias personas, un relato cargado de intriga in crescendo y crítica social.

El último relato de la antología me ha parecido el más flojo de los cinco pero no por ello falto de calidad. La sombra y el relámpago (The Shadow and the Flash) 1903, es un relato de ciencia ficción en el que se nos narra la historia de la encarnizada rivalidad entre dos químicos y su búsqueda de la invisibilidad total.

Lecturas para reflexionar.

En resumen, una colección de relatos fascinantes, cargados de acción, suspense y melancolía, que nos hacen reflexionar sobre la vida, la condición humana y nuestra relación con la naturaleza, escritos por un hombre que vivió una vida breve pero muy intensa y que como señalaba Borges en el prólogo: «Murió a los cuarenta años y agotó hasta las heces la vida del cuerpo y del espíritu. Ninguna lo satisfizo del todo y buscó en la muerte el tétrico esplendor de la nada».

 











La ilustre casa de Ramires

Qué gran placer produce empezar un libro por casualidad y acabar descubriendo una pequeña joya de un gran autor.

Es un placer que sobre todo los bibliófilos y amantes de la literatura hemos experimentado alguna vez en nuestras vidas y he de confesar, que esto es lo que me ha ocurrido a mi con este libro del gigante de las letras portuguesas, José Maria Eça de Queirós, un libro del que me llamó la atención su título, aunque no su sinopsis y que empecé a leer sin pretensiones, para acabar enganchado, deleitándome con la historia y la prosa del autor.


La ilustre casa de Ramires (1900) quizá no sea la obra más conocida de Eça de Queirós, esta distinción se la llevan títulos como Los Maia, El crimen del padre Amaro El primo Basilio y sin poder compararla con estas, puesto que no las he leído, sí me atrevería a decir que es una obra madura, interesante y muy entretenida.

Es una novela que se encuadra dentro del realismo decimonónico y que nos cuenta la vida de Gonçalo Mendes Ramires, un decadente aristócrata rural, perteneciente a una de las casas más ilustres de Portugal y de sus intentos por escribir una novela sobre su familia.

Parece un argumento sencillo, incluso aburrido, pero una vez que nos sumergimos en la historia, vemos que hay mucho más, nos encontramos ante un personaje muy bien definido, lleno de contradicciones, puesto que es a la vez cobarde, vago y mentiroso, pero también bondadoso y decidido, un tipo culto y refinado con aspiraciones políticas, sobre todo para recuperar un poco el lustre para su apellido, ya que sus últimos antepasados lo han ido manchando y empobreciendo progresivamente, además gravitando a su alrededor encontramos toda una pléyade de personajes variopintos y curiosos, que hacen la historia más interesante y divertida si cabe. 


Como dije al principio, el protagonista tiene dos ambiciones, la primera es escribir una novela histórica titulada A torre de don Ramires, basada en las gestas de sus ilustres antepasados, entre todos ellos elige a Tructesindo, un señor feudal duro e implacable, del que decide contar un pasaje de su vida, esta suerte de metarrelato se va escribiendo a medida que transcurre la historia de Gonçalo, a la vez que sirve como contrapunto de esta, es un relato plagado de gestas heroicas, violencia y nobleza, que contrasta mucho con la vida del protagonista que la está escribiendo y su bajeza moral en pos de alcanzar el otro fin que ambiciona, ganar unas elecciones y obtener así una plaza de diputado que le permita recuperar el prestigio para su apellido y sobre todo réditos económicos.

Así que a lo largo de la novela asistimos a la caída del protagonista hasta tocar fondo, una suerte de muerte y resurrección figuradas. Vemos poco a poco la transformación del protagonista de un estado de cobardía continua, falsedad y miedo irracional a convertirse poco a poco en un personaje íntegro y sobre todo a sacar lo mejor de sí mismo, puesto que estaba acostumbrado a verse a través de los ojos de otras personas y no de los suyos propios, teniendo un concepto erróneo de su propia personalidad. Es un poco lo que nos pasa a todos a veces ¿no?, pensamos en qué pensarán los otros de nosotros y cómo nos verán y esto es un handicap para crecer y reafirmar nuestra verdadera identidad.

Al final de todo, Gonçalo se da cuenta de que es mucho más querido y respetado de lo que pensaba entre sus conciudadanos y que quizá no hubiera necesitado caer tan bajo, ni venderse para conseguir lo que ambicionaba. Otro gran error en el que caemos a veces, ¿hasta dónde estamos dispuestos a llegar para conseguir lo que queremos? Gran lección.


La prosa de Eça de Queirós es maravillosa y elegante, lo que convierte la lectura en todo un deleite, puesto que la narración es dinámica y rápida. El interés por la lectura no decae en ningún momento, ya que la historia principal es bastante divertida y las andanzas de Tructesindo están llenas de acción y violencia.

Otra baza importante de la novela son los personajes secundarios, a cada cual más variopinto como dije anteriormente, entre los que destacan el juerguista Titó, el cantante de fados Videirinha, los criados Bento Rosa, Graça la hermana de Gonçalo y su inocente marido Barrolo y el antagonista André Cavaleiro, personaje por el que el protagonista sufre una profunda aversión, además muchos de ellos tienen su “doble” en el metarrelato histórico. Es admirable la capacidad del autor para dotar al entorno de personajes tan vivos y variados, todo un microcosmos rebosante de vida y muy realista.


También me gustaría destacar que en la novela hay un cierto deje de saudade, nostalgia de un Portugal que otrora fue un gran imperio, pero que en la época en la que fue escrita la novela estaba ya en pleno declive y era una mera comparsa en el tablero mundial, un poco lo que le pasó a España después del desastre del 98.

Portugal aún mantendría sus posesiones coloniales hasta 1975 cuando sus dos últimas provincias de ultramar, Angola y Mozambique se independizaron después de una cruenta guerra de varios años con la metrópoli. Y es precisamente a África donde va el protagonista de la novela, pero no voy a desvelar más detalles, eso es algo que tendrá que descubrir el lector que se anime a pasar unas horas de diversión con esta interesante historia.


Investigando para esta reseña me he topado con otro dato interesante, la torre a la que se hace alusión en la novela, no es una creación del autor, sino que existe en la realidad, es la Torre de Lagariça y se encuentra en el norte de Portugal, más concretamente en la población de São Cipriano de Resende, en el distrito de Viseu.

Después de ver unas fotos del lugar, parece ser un sitio que destila cierta atmósfera romántica y medieval, uno de esos sitios que tanto me gustan y que quien sabe, igual merece una visita en mi próximo vagabundeo por tierras lusas.

 

 

 

Bartleby, el escribiente

Acabo de releer Bartleby, el escribiente por tercera o cuarta vez en mi vida, una narración que me sigue fascinando como la primera vez y en la que sigo encontrando matices e interpretaciones distintas con cada lectura.

Es un relato muy interesante que creo, merece un buen análisis en profundidad y lo cierto es que para analizarlo podría hablar de las implicaciones filosóficas, psicológicas y sociales que he encontrado, podría hablar de la rebeldía de un hombre ante la sociedad, podría hablar de soledad, de depresión o de locura, también podría hablar de que quizá sea una proyección inconformista del autor o de los paralelismos que existen entre Bartleby y el narrador/empleador como si ambos fueran reflejos especulares o dobles psicológicos.

También podría hablar del efecto que produce el comportamiento de Bartleby en su jefe, que se devana los sesos intentando comprenderle pero sin conseguirlo, porque carece de las herramientas para ello.

Podría decir que la pasividad de Bartleby puede ser una denuncia ante un sistema que se dedica a usar a los individuos como si fueran máquinas, una especie de resistencia pasiva no muy bien vista en un sistema económico que necesita de la productividad y efectividad del trabajador, para obtener beneficios a cualquier precio a costa del tiempo vital del individuo.

Podría hablar de que esa resistencia pasiva es impensable e incluso perjudicial, ya que genera el rechazo de la mayoría, alienada y educada para servir y trabajar sin pensar mucho, ni cuestionarse nada y que esa rebeldía puede tener consecuencias en un sistema que castiga al librepensador.

Quizá Melville sintiera algo de todo esto cuando escribió el relato en 1853, quizá ya vislumbraba esa alienación y la abominación en la que se iba a convertir el capitalismo.

Podría aventurar que Bartleby quizá sea la personificación del último hombre libre, incluso podría hablar de la atmósfera absurda que envuelve a la narración y que me hace pensar que podría haberlo firmado el mismísimo Kafka, ya que me recuerda a su relato Un artista del hambre o al Wakefield de Nathaniel Hawthorne.

Podría hablar de muchas cosas pero… Preferiría no hacerlo.

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Cuentos selectos de Mark Twain

«Me gusta una buena historia bien contada. Por esa razón, a veces me veo obligado a contarlas yo mismo».

La cita de arriba puede parecer una afirmación muy pretenciosa, pero desde luego puedo confirmar que Mark Twain sabía contar buenas historias y lo hacía con ese estilo suyo tan característico, lleno de ironía y situaciones hilarantes y esto es precisamente lo que me he encontrado en esta antología de cuentos que os presento hoy.

 

Mark Twain todo un trotamundos.

Mark Twain, cuyo verdadero nombre era Samuel Langhorne Clemens, fue todo un personaje, que antes de escritor, fue aprendiz de tipógrafo, buscador de oro, periodista y piloto navegante en el río Mississippi, el seudónimo de Mark Twain viene precisamente de esa época de piloto fluvial y significa «marca dos», el calado mínimo para poder navegar de manera segura (3´6 metros).

Hombre de carácter divertido y espontáneo, fue un hombre de la frontera, acostumbrado a la vida en esas regiones en constante cambio y movimiento. Fue un viajero incansable y autor de varías guías de viaje como Guía para viajeros inocentes, Pasando fatigas, Un vagabundo en el extranjero y de novelas tan conocidas como Las aventuras de Tom Sawyer, Las aventuras de Huckleberry Flynn Un yankee en la corte del rey Arturo.

Su faceta cuentística sin embargo, es más desconocida para el gran público y es una pena, puesto que cuenta con piezas de una gran calidad. Escritor poco convencional, Twain siempre estaba dispuesto a contar una buena historia, incluso en sus guías de viaje o ensayos de no ficción, alterna hechos reales con historias totalmente ficticias y probablemente lo hiciera porque se le ocurría la historia en ese momento y consideraba que valía la pena contarla, quizá también por ese carácter tan anárquico y espontáneo suyo, que se reflejaba en todos los aspectos de su vida, incluida su faceta de escritor y si no, sólo hay que echar un vistazo a su autobiografía, desordenada, caótica y llena de saltos en el tiempo.

Genio polifacético.

Antes de reseñar el libro, os contaré un par de curiosidades, Twain nació en 1835 durante el paso del cometa Halley y murió 74 años después con el retorno del cometa en 1910, tal y como el mismo vaticinó muchas veces.

Su curiosidad le convirtió en un gran aficionado a la ciencia y a la tecnología, patentó tres inventos: un álbum autoadhesivo para fotos, un juego para potenciar la memoria y los ganchos del cierre de los sujetadores.

Aunque no se pude decir lo mismo de su visión financiera, ya que acabó en bancarrota varias veces, una de ellas por invertir casi toda su fortuna en el invento de una máquina compositora que terminó siendo un fiasco.

También tuvo una muy buena amistad con Nikola Tesla, ese gran genio olvidado.

 

 

Todo un experto en las distancias cortas.

Cuentos selectos cuenta con 24 narraciones, todas de muy buena calidad, en las que abunda el tono humorístico y la sátira, lo que convierte a esta antología en una lectura muy divertida y fácil.

El estilo del autor y el ritmo que le imprime a la narración, no permiten que el interés por la historia decaiga en ningún momento, lo cual es admirable y le da ese toque de espontaneidad que al menos yo, aprecio mucho en una lectura.

Hay cuentos de todo tipo y entre todos ellos yo destacaría: La célebre rana saltarina del condado de Calaveras, que fue el primer relato publicado por Twain y también el que le hizo alcanzar cierta notoriedad a nivel nacional, en el que se cuenta la vida de un tipo al que le encantaba apostar por todo. Canibalismo en los vagones del tren, historia de humor negro, donde se narran las peripecias de un grupo de hombres atrapados en un tren sin nada que comer. El periodismo en Tennesse es un hilarante relato que narra de manera exagerada, el estilo de periodismo que se realizaba en aquel estado.

Un sueño extraño, donde mezcla la historia de fantasmas con cierta dosis de crítica. Un cuento medieval, historia sobre intrigas palaciegas con un final sorprendente que te deja perplejo y te arranca una buena carcajada. Como llegué a ser editor de un periódico agrícola, Una aventura curiosa El robo del elefante blanco, son tres relatos muy divertidos, que en algunos momentos rozan el surrealismo.

Pero mi favorito entre todos quizá sea El diario de Adan y Eva, una pieza magistral en la que a modo de diario, se narran los pensamientos de los dos personajes bíblicos donde no faltan el humor y la ironía en grandes dosis.

Un gigante de las letras.

Mark Twain es un tipo que me hubiera gustado conocer en persona, aunque sólo fuera para poder disfrutar de sus historias in situ, después de leer su biografía te das cuenta de que era una persona con una sed exagerada por la aventura y por adquirir conocimientos, con una mirada muy crítica hacia el mundo que le rodeaba y sobre todo con un humor afilado y certero.

Otra cuestión que me gustaría destacar es lo injusto que me parece que Twain haya sido relegado en los últimos tiempos a ser un autor enfocado al público juvenil, me parece genial que los jóvenes lean a este grandísimo autor, pero los no tan jóvenes no deberían dejar de leerlo, sus trabajos están llenos de sátira, crítica afilada y dobles sentidos, son obras atemporales que forman parte de la cultura literaria mundial.

Esta antología es una buena manera de acercarse a su obra, también existe una muy buena edición titulada Cuentos completos, en la que se recopila toda su narrativa breve y que es todo un deleite para los amantes de la buena literatura.

 

 

 

Llamadas telefónicas

«Un poeta lo puede soportar todo. Lo que equivale a decir que un hombre lo puede soportar todo. Pero no es verdad: son pocas las cosas que un hombre puede soportar. Soportar de verdad».

Historias de perdedores, de amores imposibles y desamores, de poetas y escritores, historias cargadas de nostalgia y de dolor, recuerdos desteñidos, a los que el tiempo ha robado su color.

Así son las historias del chileno Roberto Bolaño, relatos que arrancan de manera trivial, como si el autor estuviera rememorando algunos episodios de su vida, a los que poco a poco va añadiendo detalles ficticios, quizá para hacer más llevadero el dolor o la carga que acarrean esos recuerdos.

En sus páginas abundan los personajes infelices y derrotados, abandonados ya a la desesperanza y al fracaso. Hombres y mujeres rotos, maltratados por la vida y por la gente que se ha cruzado en su camino, que se han instalado en el tedio o en la locura y parecen no querer luchar para cambiar las cartas, que el destino ha barajado para ellos.

Conecto mucho con Bolaño, esa melancolía, dolor y soledad que destilan sus escritos, activa algunos resortes en mi mente y en mi corazón y me deja tocado por unos días, por eso mis acercamientos a su obra suelen ser muy espaciados en el tiempo, pero siempre gratificantes a su manera.

Su estilo, simple y lleno de reflexiones, me contagia y muchas veces me sorprendo pensando, no en lo que me cuenta, si no en episodios de mi vida, que a veces tienen poco o nada que ver con lo que estoy leyendo, pero que por una suerte de empatía o analogía extraña o quizá alquimia literaria, parecen estar relacionados. Quizá sea porque habla de sentimientos, sensaciones y experiencias vitales que todos hemos pasado o pasaremos algún día.

En cualquier caso, este libro de relatos, si bien irregular en cuanto a calidad literaria, bordea la excelencia en el aspecto emocional y al final para mi es lo que importa, que me remueva por dentro y me haga crecer de alguna manera.

El libro consta de catorce relatos, algunos de marcado tinte autobiográfico y entre ellos yo destacaría: Sensini, Henri Simon Leprince, Una aventura literaria, El Gusano, Detectives y Vida de Anne Moore. Son cuentos cortos, así que no quiero comentar nada de ellos, para no desvelar las tramas.

Roberto Bolaño es uno de los grandes escritores latinoamericanos, que por desgracia se fue pronto, esperando un transplante de hígado que nunca llegó.

Nunca sabremos hasta donde habría llegado su genio de haber seguido con vida, lo que si es cierto es que nos dejó un buen puñado de obras maestras, como Los detectives salvajes, Estrella distante o 2666, para deleite de quien quiera acercarse a un escritor diferente, que de adolescente robaba libros de Camus, Rulfo y Pierre Louys en las librerías de México D.F. y que en algunos momentos de su vida llevó una existencia paupérrima, casi de poeta maldito, como esos que pueblan sus historias y que acaban por consumirse en su propio genio y fuego interno, pero que antes de desaparecer nos legan obras sublimes, de esas que trascienden el tiempo y el espacio.

«Un poeta, en cambio, lo puede soportar todo. […] El primer enunciado es cierto, pero conduce a la ruina, a la locura, a la muerte».

 

Beltenebros

«Vine a Madrid para matar a un hombre a quien no había visto nunca».

Con esta frase tan contundente comienza Beltenebros, una novela negra escrita por Antonio Muñoz Molina en 1989. Beltenebros, nombre de resonancia quijotesca, oscuro y enigmático, tanto como la historia que aquí se nos presenta.

Una novela en la que nada ni nadie es lo que aparenta ser, una suerte de habitación llena de espejos, humo y claroscuros que no nos permite distinguir que es real y que es impostura.

Magistral prosa onírica.

Muñoz Molina nos introduce en la historia con una prosa extremadamente descriptiva, como si de una vieja película en blanco y negro se tratase, como si estuviéramos en un vetusto cine, sentados ante la pantalla observando la sucesión de imágenes creadas por el autor, en lugar de tener un libro entre las manos.

Una prosa cargada de melancolía y tristeza, como si al leer lo que aquí se nos cuenta, escarbara en las heridas y cicatrices que todos hemos ido acumulando a los largo de nuestras vidas y en la que afloran sentimientos que parecían enterrados. Preguntándonos si de verdad vivimos eso en algún momento pasado o sólo lo estamos imaginando.

Una prosa irreal, ambigua, onírica, como de sueño lúcido, en el que estamos rodeados de nuestros fantasmas y los de otros. Un sueño que a veces se convierte en pesadilla, cuando por un instante tenemos la certeza de que no estamos soñando, sino que estamos muy despiertos. Entonces el miedo y la desesperación se adueñan de nosotros porque todo es real, demasiado real.

Dicen que el pasado siempre vuelve y en esta historia no sólo se empeña en volver, sino que se enseñorea de manera brutal de las vidas de los que por ella transitan. Unos personajes que por momentos no pueden saber en que tiempo habitan, pues todo converge en un presente que parece que fue ayer y que por suerte o desgracia, nunca será mañana.

Un Madrid tenebroso y fantasmal.

Beltenebros es una novela muy negra, densa como el alquitrán, una vez que te atrapa entre sus pegajosas garras ya no puedes escapar. Te hace formar parte de la historia, convirtiéndote en espectador pasivo y lo ves todo a través de los ojos del capitán Darman, un antiguo oficial del ejército republicano, que vive en el exilio y que actúa como sicario para una organización comunista, de la que recibe el encargo de viajar al Madrid de la España franquista, para eliminar a un traidor.

Un viaje en el que se enfrentará cara a cara con los fantasmas y demonios de su pasado, mientras recorre los bajos fondos de un Madrid que le parece extraño y apenas reconoce, pues veinte años atrás decidió que era mejor arrojarlo al olvido.

Amor, odio, traición, locura, muerte, engaño, pasión, todo se entremezcla en un lugar y un momento plagado de personajes, que sólo son sombras y marionetas que bailan al son de un destino implacable.

El equivalente literario a una buena película noir.

Es mi primer acercamiento a Antonio Muñoz Molina y desde luego, puedo decir que no será el último, me ha cautivado ese estilo suyo y esa cadencia a la hora de contar la historia. Un estilo denso e intenso, hipnótico por momentos y con una opresiva y cinematográfica atmósfera, que me ha hecho devorar la novela en apenas día y medio.

Beltenebros es una novela negra de las buenas, de las que ya no se escriben, con mucha intriga, introspección y dilemas morales. Con personajes muy bien definidos y que al acabarla nos deja satisfechos, como una buena película noir; una de esas en blanco y negro, con antihéroes y personajes destruidos y donde tras cada sombra, acecha un asesino o peor aún, el pasado dispuesto a cobrarse la deuda pendiente.

 

Dersú Uzalá

En aquellos días de cuarentena y reclusión forzosa en casa, cuando no se podía salir, ni siquiera a dar un paseo por la calle o los bosques de los alrededores, descubrir por casualidad libros como este que reseño hoy, fue todo un placer y una válvula de escape contra la monotonía y el encierro. No pude salir de casa, pero en cambio me pasé cinco días vagando por los bosques y la taiga del lejano oriente ruso, acompañando a Arséniev y Dersú, en sus exploraciones y admito que fue toda una aventura.

Un clásico de obligada lectura en las escuelas rusas.

Dersú Uzalá es un clásico de la literatura rusa. Fue escrito por el militar y explorador Vladímir Arséniev en 1923 y relata las memorias de una expedición por la cuenca del río Ussuri y las montañas Sijoté-Alín en el extremo oriental del Imperio ruso en 1908. Expedición que sirvió para explorar y cartografíar toda esa región, que en aquel momento era prácticamente desconocida.

Un libro plagado de descripciones geográficas, zoológicas, botánicas y etnográficas, pero también lleno de pequeñas historias humanas del día a día de una expedición, que se va abriendo paso por un territorio inexplorado y muchas veces hostil, en lucha constante contra los elementos y lo que es más importante, lleno de profundas reflexiones del autor, nacidas de la observación. Unas reflexiones que destilan gran sensibilidad, maravillándose a cada paso ante el encuentro con una naturaleza bella e indómita y a la vez urgencia y tristeza por el futuro sombrío e incierto de esa naturaleza, que ya empezaba a ser explotada y destruida sistemáticamente.

Es ahora, poco más de cien años después de esa expedición, cuando estamos viendo toda esta devastación, muerte y extinción de innumerables especies provocadas por la falta de conciencia del ser humano y por este capitalismo devorador e insostenible que se ha enseñoreado del planeta, como un virus letal, quizá por eso es un libro de obligada lectura en las escuelas rusas.

 


La naturaleza como protagonista.

El libro tiene dos grandes protagonistas: uno es la naturaleza y todos los seres que viven en ella, tanto vegetales como animales, es fantástico ver la variedad y la exuberancia de todas esas especies y los encuentros de los exploradores con los animales salvajes, como el tigre del Amur. Encuentros que tienen algo de místico, algo trascendental, quizá es la manera que tiene la naturaleza de exigir respeto al ser humano, mediante esos señores del bosque a los que hay que temer y rendir pleitesía, puesto que encarnan todo lo que es el mundo natural, belleza y peligro, vida y muerte.

Quien se haya adentrado alguna vez en un bosque sabe muy bien de lo que hablo, a cada paso uno puede maravillarse, pero también puede ponerse en peligro si no está atento, la naturaleza es bella pero implacable.

Las detalladas descripciones de Arséniev nos permiten visualizar muy bien ese entorno en el que se van moviendo, la magnificencia de todo lo que encuentran, ya sea la majestuosidad de un animal o un paisaje, la sorpresa ante el descubrimiento de algo totalmente desconocido o el peligro que conlleva el desbordamiento repentino de un río o hallarse inmersos en una tormenta salvaje de varios días de duración. No deja de haber cierta belleza poética en todo ello, la toma de conciencia de que el ser humano es insignificante y ajeno a ese entorno, al que parece no estar conectado ya.

 

Dersú Uzalá: el hombre del bosque.

El otro gran protagonista es Dersú Uzaláun cazador nómada de la etnia Gold (Hezhen) que acompaña a la expedición en calidad de guía. Es un personaje bastante peculiar, todo un hombre de los bosques, que conoce su entorno como la palma de su mano, rastrea huellas, predice el tiempo, encuentra comida, todo un seguro de vida para Arséniev y los suyos.

Pero también es un hombre con conciencia, puesto que no mata indiscriminadamente, sino que caza lo necesario para subsistir, no destruye su entorno, sino que se adapta a él y toma lo que le puede ofrecer sin abusar. Además al ser animista cree que todo lo que existe tiene alma y está vivo, ya sea un árbol, una piedra, el agua del río o una hormiga, por lo tanto siente un profundo respeto hacía todo.

Por otra parte, su concepción del mundo y el universo es primitiva y básica, pero parece entender los mecanismos y leyes de la naturaleza muchísimo mejor que el resto de expedicionarios, que supuestamente son más cultos y sofisticados que él.

Una trágica historia de amistad.

A lo largo del libro nos vamos dando cuenta de que Arséniev siente un profundo respeto y cariño por la figura de Dersú, le parece un hombre fascinante del que puede aprender mucho, así que cuando este le confiesa que su vista se ha deteriorado por la edad y ya no puede cazar bien, Arséniev se da cuenta de que no puede dejarle en el bosque, una persona que depende de sus sentidos para subsistir en un entorno hostil se convierte automáticamente en una presa fácil, así que al acabar la expedición decide llevárselo a la ciudad con él.

Pero en Jabárovsk la vida no es fácil para Dersú, puesto que se siente como un animal enjaulado dentro de la casa, además no entiende que no pueda disparar su rifle o que la gente de la ciudad tenga que pagar por el agua o la leña. Así que una mañana decide coger sus cosas y marcharse otra vez al bosque y un par de semanas después Arséniev recibe un telegrama diciéndole que lo han encontrado muerto, asesinado por unos ladrones.

Triste colofón para esta bella historia de amistad y supervivencia.

El libro como fuente impagable de información

El libro está plagado de minuciosas descripciones de la flora, fauna y orografía. Esto puede resultar tedioso para el lector al que no le interesen estas cosas o esté acostumbrado a una lectura más rápida, pero no debemos olvidar que es un libro basado en el diario de una expedición, así que es comprensible que todos estos datos aparezcan. Por otra parte es una fuente impagable de información, que permite hacerse una mejor idea del entorno.

También hay detalladas informaciones sobre las etnias que habitaban la zona y sus problemas de convivencia, Udejeys, buscadores de oro coreanos, pescadores japoneses, bandidos chinos (Honghuzis), Tazás, colonos y viejos creyentes rusos (Raskólniki). Incluso se documenta algún que otro hecho inexplicable de tinte sobrenatural.

En definitiva, todo un tesoro de información de un mundo ya desaparecido pero no tan lejano en el tiempo. Un libro que nos permite enamorarnos una vez más de la naturaleza y concienciarnos de que su destrucción, es también la nuestra.

La cordillera Sijoté-Alín

La cordillera de Sijoté-Alín se extiende a lo largo de 900 km y cubre los Krai de Khabarovsk y Primorsky, de clima templado, esta cubierto por bosques y montañas cuyas cimas más altas son el Tordoki Yani (2077 mts), el Ko (2033) y el Anik (1933).

Hoy en día esta considerada como reserva natural y desde 2001 patrimonio de la humanidad por la Unesco. La caza y pesca están prohibidas, con el ánimo de proteger las especies que lo habitan, entre las que se cuentan el reno, el oso pardo, el tigre siberiano, el leopardo del Amur e innumerables especies de aves, insectos y plantas.



Kurosawa y su homenaje a Dersú Uzalá.

Como dato final, también me gustaría destacar que en 1975 el japonés Akira Kurosawa realizó una película sobre este libro. Película de culto hoy en día en la que el director supo reflejar con mucha sensibilidad la historia de amistad entre los dos protagonistas y su relación con la naturaleza y por la que ganó el Oscar al año siguiente. Todo un homenaje a Dersú Uzalá del que me gustaría hablar en el futuro.